La Inteligencia Artificial (IA) es potente y ofrece un gran potencial, lo que la convierte en una de las tecnologías más rápidamente adoptadas de los últimos tiempos, tanto para usos comerciales como personales. En el caso de las empresas, los programas informáticos basados en IA han demostrado su capacidad para extraer valor de grandes volúmenes de datos, a veces difíciles de manejar -en grandes cantidades o en tiempo real-, con el fin de proporcionar información, mejorar la productividad e impulsar una mejor toma de decisiones. Analiza imágenes médicas, detecta fraudes financieros y optimiza la eficiencia de las operaciones de fabricación, por nombrar sólo algunos ejemplos.
En el ámbito personal, los asistentes digitales basados en IA son cada vez más frecuentes. Los clientes interactúan cada vez más con chatbots en lugar de con personas, y nuestros teléfonos y otros dispositivos responden cada vez mejor, hasta el punto de parecer casi sensibles. La gente corriente utiliza IA generativa, como ChatGPT y otras herramientas, para redactar desde informes corporativos hasta trabajos de fin de curso, con un éxito considerable. Tecnologías similares pueden crear contenidos falsos convincentes, como imágenes o vídeos que parecen mostrar a personas haciendo o diciendo cosas que nunca ocurrieron.
En términos generales, la IA ofrece la posibilidad de manipular datos con más potencia que nunca, cuyos efectos pueden ir de lo trivial a lo profundo. Un aficionado puede crear un vídeo realista de su perro cantando una canción o controlar electrodomésticos mediante comandos de voz. Al mismo tiempo, las capacidades de la IA y su naturaleza casi humana pueden ser utilizadas indebidamente por malos actores para engañar, defraudar o evadir la justicia. Como era de esperar, los delincuentes han adoptado las tecnologías de IA de muchas formas ingeniosas, y los marcos jurídicos para controlarlas van a la zaga.
La creciente amenaza de la IA criminal
Muchos usos delictivos de la IA siguen el modelo de otros legítimos que se han generalizado en el mundo empresarial, como la automatización y la identificación de patrones en grandes conjuntos de datos. Los chatbots creados para mejorar el servicio de atención al cliente pueden adaptarse para estafar a las personas, al igual que lo han hecho durante décadas los centros de atención telefónica para estafas. Al igual que con los procesos empresariales legales, la adición de IA puede automatizar este flujo de trabajo, eliminando la necesidad de operadores humanos y escalando prácticamente sin límites. Una organización delictiva sofisticada también podría utilizar el análisis predictivo para identificar empresas o individuos lucrativos pero vulnerables como objetivos de la delincuencia financiera.
Otros tipos de delitos asistidos por IA han surgido de forma más orgánica. Por ejemplo, las imágenes, el audio y el vídeo creados con tecnología deepfake pueden ser lo suficientemente convincentes como para hacer que los seres queridos de una persona sean víctimas de un fraude. Los contenidos falsos vergonzosos u obscenos pueden utilizarse para acosar, provocar o chantajear. Se pueden perturbar vidas y manipular la percepción pública para influir ilegal e indebidamente en todo, desde elecciones políticas hasta cotizaciones bursátiles. La IA también se está convirtiendo en una fuerza en la ciberdelincuencia, donde tiene un enorme potencial para ayudar a los autores. Además de escanear las defensas de objetivos potenciales en busca de puntos débiles, la IA puede utilizarse para diseñar y crear herramientas de distribución de malware automatizadas, eficientes y sofisticadas.
Las organizaciones delictivas también pueden emplear la IA para ayudarles a eludir la acción de la ley. El análisis de registros públicos, artículos de noticias y publicaciones sociales puede revelar los aspectos de una red de contrabando y distribución de drogas que tienen más probabilidades de ser descubiertos por la policía, por ejemplo, y el análisis algorítmico de las incautaciones de drogas puede ayudar a determinar si la organización tiene una filtración o si la policía simplemente tuvo suerte. Aunque las fuerzas y cuerpos de seguridad tienen acceso a las mismas capacidades y herramientas, aprovecharlas para investigar y perseguir delitos asistidos por IA exige que los mandatos normativos se pongan al día con esta realidad tecnológica emergente.
Construir la respuesta legal
La complejidad técnica y la velocidad de desarrollo de la IA han superado con creces las medidas legales para regularla. Por ejemplo, aún no se han redactado leyes y reglamentos que regulen el uso de la tecnología deepfake, y los marcos y recursos existentes pueden no proporcionar la información necesaria para los investigadores. En muchos países, la IA se considera, con razón, un factor estratégico, y mientras esos países intentan fortalecer su industria local, los legisladores pueden evitar normativas que retrasen su despliegue. El lado positivo para las fuerzas de seguridad es que la mayoría de las aplicaciones de IA se suministran como servicios en la nube, lo que puede ofrecer una ventaja potencial para la inteligencia legal, a pesar de los problemas que plantean los tratados de cooperación internacional.
La relación entre los proveedores de servicios en la nube y la entrega de capacidades de IA a los delincuentes proporciona pistas que pueden incorporarse al motor de fusión de datos del SS8 para avanzar en las investigaciones. Pero para optimizar estos esfuerzos, se necesita un marco regulador que aborde específicamente el uso de los servicios de IA. Los legisladores de todo el mundo están trabajando para regular el uso de la IA para el bien público, equilibrando las necesidades de privacidad con las de innovación, y SS8 apoya su llamamiento a los gobiernos y organismos de normalización para que consideren las implicaciones legales de la inteligencia de la IA.
Al igual que la CALEA en Estados Unidos y otras normativas similares en todo el mundo, se necesita un marco jurídico que garantice que los datos que detallan las interacciones entre los clientes y los proveedores de servicios de IA puedan recuperarse con la debida autorización legal. Al igual que con las medidas anteriores, el mantenimiento de registros y la asistencia a las fuerzas de seguridad tendrán un coste para los proveedores de servicios, que podrían no cumplirlas si no se les obliga a ello, pero los requisitos técnicos y las consideraciones de privacidad para hacerlo aún no se han formalizado de forma generalizada. La creación de normas y reglamentos en este ámbito es oportuna y necesaria para salvaguardar el uso eficaz de la inteligencia legal para responder a la aparición de la delincuencia asistida por inteligencia artificial.
Acerca de Kevin McTiernan
Kevin cuenta con más de 20 años de amplia experiencia en los sectores de las telecomunicaciones y la seguridad de redes. En SS8, Kevin es el Vicepresidente de Soluciones Gubernamentales y es responsable de liderar la visión, el diseño y la entrega de las soluciones gubernamentales de SS8, incluida la cartera de cumplimiento de Xcipio®. Puede obtener más información sobre Kevin en su perfil de LinkedIn haciendo clic en aquí.
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La cartera de productos de supervisión y análisis de datos Intellego® XT está optimizada para que las fuerzas de seguridad capturen, analicen y visualicen conjuntos de datos complejos para obtener inteligencia de investigación en tiempo real.
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La plataforma de mediación Xcipio® satisface las exigencias de la interceptación legal en cualquier tipo de red y ofrece la posibilidad de transcodificar (convertir) entre versiones de traspaso de interceptación legal y familias estándar.
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